¿Qué pasaría si no pudieras ver el movimiento? No que estés ciego, pero que no tuvieras al 100 por ciento la visibilidad.

Cuando uno está en un cuarto sin luz, es frustrante no poder tener un destello de algo, pero cuando conoces el movimiento y de un día a otro pierdes la oportunidad de ver los autos andar o a las personas caminar, es ahí donde llegas a obtener la akinetopsia.

El silencio en sus ojos

Leah vive en un departamento de Nueva York; su madre murió y ahora tiene que enfrentarse a la vida sin movimiento.

Sufre de Akinetopsia, que es la pérdida de la visión del movimiento. Esta lesión hace que Leah deba andar con un bastón, a pesar de que ya conoce gran parte de su vecindario y de la ciudad.

Al tener este problema de visión, sus otros sentidos pudieron desarrollarse más de lo que imagino, lo cual sabe en qué momento llega la comida del chico que ha empezado a sentir atracción y todo gracias al olor.

Sin embargo, esa noche, hay una persona en su habitación. El olor a bergamota lo delata. Leah no sabe qué hacer, pero de un momento a otro se desmaya.

Conforme uno lee la historia, se da cuenta de que no nada más está Leah en ese piso, una vecina llega y a través de sus sentidos busca la manera de saber cuál es  el problema que ella tiene, pues no nada más teme por su vida, sino que este personaje nocturno va por todo el edificio.

Los ojos ajenos es el olor de otro

Cuando uno quiere escribir una historia, le llegan a la mente más de las que imagina. Aunado a ello, la investigación le llevó, al autor, también tiempo, en específico, para dar más detalles en la trama de la historia sobre el problema de la akinetopsia.

Y para ello, Armando Lucas Correa reveló, en entrevista a Radio Fórmula, que cuando estaba en proceso de revisión, “El silencio en sus ojos” (Penguin Random House) se terminó gracias en la época de la pandemia, “así que pienso que este es un libro claustrofóbico”.

El sustento de su libro se da por la investigación que realizó ante la lesión que se provoca, de la akinetopsia, lo cual logró dominar los problemas de origen, cómo es que puede desarrollarse y así comenzó a escribir.

“Había estudiado bastante el cerebro y al final después yo ubique toda la historia en mi apartamento, mirando al parque, a la librería que voy y ahí tú vas complicando”, detalla.

Se sinceró con Radio Fórmula y el escrito comentó que el original era el doble de lo que ya publicó Ediciones B, pero él quería mostrar cómo la protagonista leía, se detenían a las cosas, ruidos, sonidos.

“Después si yo quería tener ese final tan abrupto, tuve que limpiar el libro entero, quitando todo lo que el lector podría captar, para que fuera de verdad sorpresivo”.

Tanto así que hasta cambió el narrador de tercera persona a primera, pues Armando quería que el lector sintiera todo lo que le ocurría a Leah, pues los capítulos se hicieron como ella ve.

“Abre los ojos, cierra y está en otro espacio. Yo traté de hacer la estructura completa como si fuera en estacato, como salto. Después son los olores porque son muy importante para ti, te dan un cuerpo, la distancia que está una persona y más con la bergamota que tiene esa esencia”.

Para poder describir muy bien este olor, tuvo que comprar no nada más velas, sino también perfumes y hasta dio con un restaurante que se llama bergamota.

“Me obsesioné, porque quería también tener la sensibilidad de Leah que tiene en el olfato y que la bergamota fuera como un cuerpo”, explica.

Aunque ella si puede ver una imagen sin movimiento, tiene que cerrar los ojos para poder deambular por toda la ciudad. Razón por la cual, las personas que sufren este problema son débiles visuales.

Las enfermedades que investigó Armando Lucas

Para llegar a esta rara enfermedad, el autor buscó alguna que hiciera vulnerable a su personaje, lo cual lo llevó hasta investigar los tipos de ceguera.

“Hay un tipo de ceguera en donde la gente no reconoce el rostro, pero me costó trabajo entender, porque pensaba que era una patología, pero al enterarme de la akinetopsia la estudié y encontré video de personas que la padecen.

Sin embargo, en una de las frases que los lectores se van a encontrar en el texto es: “Una persona sin esencia no es de fiar” y para el autor, los olores significan algo.

“Pueden retomarte a la infancia, algo doloroso, que te hace feliz y los olores desagradables tratas de bloquearlos. Siempre digo que Nueva York, en verano, saca los peores olores de la ciudad y tienes que saber moverte y si lees ´el perfume´ de Patrick Süskind, esa imagen vino de ahí”, finaliza.