Un masaje se disfruta por completo. El movimiento de las manos en el cuerpo, la espalda empieza a relajarse y ya no hay más nudos en los hombros. Solo que a veces, ese acercamiento a la intimidad suele ser peligroso.

Durante muchos años, se consideró que los masajes no nada más eran para relajar el cuerpo, sino también eran el ‘pre’ al tener relaciones sexuales, pues este acto llega a ser muy personal y algunos lo consideran bastante excitante.

Masajista a domicilio

Leandro pierde todo. Tras tener una depresión no sabe cómo dirigir su vida, lo único a lo que puede aspirar es ser masajista.

Con el paso del tiempo, descubre los secretos del masaje, pues no nada más es eliminar los nudos y las tensiones, ya que se dará cuenta de que este mundo detrás de la puerta va más allá de la intimidad y la sexualidad.

A su vez, se enfrentará a los prejuicios y a la discriminación que verá alrededor suyo, junto con las dinámicas del poder y el deseo.

La ficción que deja todo a la imaginación

“Es el libro más personal que he hecho y con el que espero poder conectarme con los lectores”, menciona Fausto al hablar sobre su reciente libro editado por Downtown Publishing House.

El hecho de haber tomado parte de su vida personal hizo que Fausto Lozano revelara a Radio Fórmula cómo fue trabajar el tema tanto sexual y de ligue en los espacios de masajes e incluso en la parte que no muchos hablan.

Su gusto por los masajes lo llevó a este mundo y al ver que muchos de la comunidad LGBT+ lo buscaban, escuchó gran parte de sus historias, vivirlas y “empiezan a suceder cosas que, con el mismo masaje, por la naturaleza íntima, llevan al erotismo y la imaginación complementó la historia”.

“Me basé en los testimonios, pero sobre todo vengo de Mérida que es doble moralista y aunque hay gente que vive muy abierta su homosexualidad y hay muchos que no. Hoy en día existen muchos prejuicios en la cual la gente tiende a esconderse y aprendí a no juzgarlos, a entenderlos y a retratarlos”, explica.

Entre las vivencias y experiencias que Fausto logró comprender, a través de sus clientes, descubrió que el mal que propicia a que no todos salgan del clóset es por las personas que juzgan.

“Me metí en sus almas, habitaciones, intimidad y eso me dio a mí el poder explorar todo eso”, precisa.

El masaje está ligado a la sexualidad y Fausto encontró que había personas que lo buscaban como una forma de escape y ellos eran los que se escondían para vivir su sexualidad.

Pero tampoco le fue fácil, porque fue inseguro y temeroso al vivir esos momentos, pero descubrió que esas situaciones íntimas con sus clientes, en su libro deja a la imaginación lo que es ficción y realidad.

Ante el conocimiento que tuvo de esos momentos, lo ayudó bastante porque fue terapéutico y llenó muchos vacíos que no tenía resueltos, sobre su propia sexualidad.

“Al vivir dentro de esta mecánica, de este proceso social, crecí con miedos e inseguridades y al abrirme me sentí muy libre de contar”.

Hay varias cosas que están basadas en su propia experiencia e incluso hubo momentos muy personales en donde, al escribir, se conectó consigo mismo. Al final, lo dejó en el libro y los lectores van a entender.

Hoy, que ha cambiado la forma de pensar y que las libertades de expresión están en gran parte de las entidades, Fausto explica que persiste una homofobia internalizada siendo como somos.

“Tendemos a rechazar a esta gente y lo sigo viviendo porque en esta comunidad es muy fuerte, en Mérida; se ha logrado que se autorice el matrimonio igualitario”.

Ahora, después de publicar su libro más personal, Fausto López se siente mucho más feliz y esto es más personal, pero lo más importante es que no necesita esconderlo, “eso ha hecho que la sociedad también se abra”.

Solo que también, hay jóvenes que, a pesar de que es muy abierto el tema de la comunidad, todavía tienen miedo.

“Yo en lo personal no quiero que nadie más pase lo que yo pasé, nadie pase por este miedo, de saberte incorrecto. En mi libro yo cuento que rezaba y le pedía a Dios que me volviera heterosexual, lo hacía todas las noches y sentía que esa era la manera de sentirme feliz, pero ahora es diferente. Soy feliz”, concluye.