El Anticristo sufre una herida mortal en el corazón, Francisco de Asís, el pobre fraile descalzo y con estigmas, sostiene la espada que finalmente derrota, con un movimiento delicado, al enemigo de vestidos llamativos y barbas largas. Esta escena, no contada en ninguna de las biografías sobre San Francisco de Asís, fue una de las que Antonio de Torres (1667-1731) pintó para la orden franciscana de la Nueva España. Antonio de Torres fue considerado, por el historiador del arte Manuel Toussaint, el más destacado representante de la llamada Generación Secundaria del Barroco novohispano, un puente entre el Barroco Pleno o Maduro y la siguiente, el Barroco Triunfal o Final. Este pintor, que no ha sido tan estudiado como otros, fue bautizado en 1667 en la parroquia del Sagrario Metropolitano de la ciudad de México. Se piensa que recibió instrucción en pintura por parte de su tío, el pintor Antonio Rodríguez. El padre de su primera esposa, José Juárez también era pintor. «Para 1697, con 30 años, ya era maestro de pintor, tendría tienda abierta con oficiales y aprendices y fue requerido para realizar diversas tasaciones y valoraciones de pinturas por diversos particulares u organismos oficiales, lo que nos da una idea del prestigio que debió gozar en su medio socio-laboral», cuenta el historiador del arte Lázaro Gila Medina en un artículo sobre la vida y obra del pintor novohispano. Hacia los años 1719 y 1722, el convento de San Francisco en San Luis Potosí encargó a Antonio de Torres un conjunto de pinturas para instruir sobre la vida de su patrono y los orígenes de la orden mendicante. 16 cuadros se colocaron inicialmente en en el claustro conventual, el cual fue derribado para hacer una plaza, por lo que más tarde pasaron a la iglesia y a otras dependencias. Probablemente, contentos con el resultado, los franciscanos encargaron a Antonio de Torres más pinturas. Pax et bonum: la vida de san Francisco de Asís a través del pincel de Antonio de Torres «Antonio de Torres fue de los pintores que aportó tanto a su gremio como la técnica», dice la restauradora Cecilia Carreras en entrevista con Radio Fórmula. Un grupo de seis restauradores, dos pintores y dos investigadores se dieron a la tarea de restaurar una serie de 18 pinturas de la vida de San Francisco de Asís por Antonio de Torres. Al ser una serie tan grande y tras dos años de trabajo, se decidió que estas estuvieran expuestas en Caja Real Centro Cultural, en la capital de San Luis Potosí. Las restauradoras destacan en entrevista que Antonio de Torres y otros pintores novohispanos no han sido suficientemente estudiados. Señalan que no se ha alcanzado a entender la importancia de sus obras en un contexto en donde los materiales no eran de fácil alcance y todo el conocimiento sobre el desarrollo que estaba teniendo el arte en Europa llegaba a cuentagotas. «Cuando empezaron los estudiosos de historia del arte, Manuel Toussaint, Francisco de la Maza, todos los grandes de la historia del arte, nunca ubicaron a la pintura mexicana en el lugar donde se le correspondía, por por innumerables cosas, porque pensaban que eran copias… pero bueno, de un grabado chiquito en blanco y negro, todo lo demás ellos lo tuvieron que resolver», comenta Carreras. «Antonio de Torres desarrolló una manera de trabajar el la luz muy importante donde tiene fuertes contrastes, con elementos muy luminosos, contra elementos mucho más oscuros para dar movimiento y presentar donde representa tanto el plano terrestre como el plano celestial, que por el uso de la luz, se ve sublime. Es una manera de definir muy bien a ambos espacios y de, a la vez, integrarlos», detalla la curadora Rosy Rodríguez a Radio Fórmula. Las obras de la exposición Pax et bonum: la vida de san Francisco de Asís a través del pincel de Antonio de Torres se encuentra expuesta en la Caja Real Centro Cultural de la capital potosina desde el 22 de febrero y hasta el 19 de mayo. Navegación de entradas ‘Carbón Rojo’ hace un reflejo del desastre minero ocurrido en Pasta de Conchos Current Joys: un perfeccionista en busca de nuevos sonidos